Es curioso cómo, a pesar de haber viajado bastante y de vivir relativamente cerca, nunca he pisado el Aeropuerto de Santiago de Compostela-Lavacolla. He tomado vuelos desde A Coruña, Oporto, Madrid e incluso Vigo, mi ciudad, pero Lavacolla, ese aeropuerto tan emblemático de Galicia, sigue siendo una asignatura pendiente en mi historial viajero. Y la verdad, a veces me da un poco de rabia.
Siempre ha sido por una cuestión de logística o de conveniencia. Cuando los destinos que busco son internacionales o de largo radio, Madrid o incluso Oporto suelen ofrecer mejores conexiones y precios más competitivos. Si el viaje es más corto y el destino lo permite, el aeropuerto de Peinador, aquí en Vigo, es mi primera opción por la comodidad de tenerlo a la vuelta de la esquina. Lavacolla, ubicado estratégicamente en el centro de Galicia, se ha quedado siempre en ese punto intermedio al que nunca le he encontrado la excusa perfecta para ir.
Recuerdo ocasiones en las que he mirado vuelos desde allí. A veces, para destinos nacionales, aparecen ofertas interesantes. Sin embargo, el cálculo de las horas de coche desde Vigo, el coste del combustible o el billete de autobús hasta Santiago, sumado al tiempo extra, siempre terminaba inclinando la balanza hacia otras opciones. Es una pena, porque sé que es un aeropuerto moderno, con buenas instalaciones y, según me cuentan, un ambiente bastante agradable, menos masificado que los grandes hubs.
Mis amigos y familiares me hablan de sus experiencias en Lavacolla aeropuerto. Algunos lo usan habitualmente para vuelos a Baleares o Canarias, otros para conexiones con ciudades europeas. Me cuentan sobre la comodidad de aparcar, la rapidez en los controles de seguridad y la tranquilidad general de un aeropuerto de tamaño medio. Y yo, mientras escucho, no puedo evitar sentir un poco de envidia sana. Es como si me estuviera perdiendo una parte de la experiencia viajera gallega.
Quizás sea hora de que cambie mi mentalidad. La próxima vez que planifique un viaje, prometo hacer un esfuerzo consciente por considerar Lavacolla como mi punto de partida. Tal vez sea la ocasión perfecta para combinar el viaje con una visita a Santiago, una ciudad a la que siempre apetece volver. Quién sabe, igual mi primer vuelo desde allí me lleva a ese destino soñado que aún no he visitado. De lo que estoy seguro es de que, tarde o temprano, la «asignatura pendiente» de Lavacolla dejará de serlo y podré añadirlo a mi lista de aeropuertos transitados. Ya es hora.