¿Por qué es tan complicado aparcar en las ciudades?


Aparcar en las ciudades es una auténtica odisea. Cada vez más gente decide reservar parkings en Málaga, en Madrid o el Bilbao para realizar sus gestiones. Sobre todo, aquellos que viven demasiado lejos para que les pueda compensar el desplazarse con un transporte público o que necesiten ir en coche por una cuestión de horarios.

Pero ¿por qué es tan infernal aparcar en las grandes ciudades? Algunas razones son muy evidentes. Cada vez hay más vehículos particulares. Si echamos la vista atrás, en los años setenta u ochenta lo normal es que en las casas hubiera un solo coche para toda la familia. Y eso si lo había. Ya en los noventa comenzó a ser más habitual que fueran dos coches, ya que, con las mujeres plenamente integradas en el mercado laboral, lo más habitual era que ambos miembros de la familia trabajaran. Pero a partir de los dos mil, y más en la última década, es frecuente que en una casa tengan su propio coche el padre, la madre y los hijos mayores que todavía conviven en la casa. Tres o cuatro coches en una sola vivienda es algo muy habitual, sobre todo porque los jóvenes tardan en emanciparse e incluso trabajando continúan en el hogar paterno.

Otra razón evidente es que somos cómodos por naturaleza y abusamos del coche. Incluso para realizar desplazamientos que podríamos realizar fácilmente a pie. Esto hace que haya muchos coches circulando innecesariamente y que están contribuyendo a la congestión en las carreteras y a la contaminación.

Entre las causas menos evidentes están la concentración de negocios y oficinas en determinadas áreas de las ciudades, normalmente el centro, pero no necesariamente así. Por ejemplo, muchas veces las oficinas de un determinado ministerio o un gobierno autonómico están concentradas en una zona concreta en la que se juntan todos los vehículos de los trabajadores y los de los usuarios.

Por último, hay causas particulares de algunas ciudades, como el turismo asociado a los cascos antiguos o a las compras en el centro. A esto se unen las políticas de peatonalización habituales en muchos lugares, que limitan todavía más los lugares por los que circular y en los que aparcar, siendo insuficientes en muchos casos los aparcamientos disuasorios que acompañan a estos planes de humanización de la ciudad.

Todo junto, hacen que conducir en las ciudades importantes y aparcar sea cada vez más complicado.